Basquet

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Club Social y Deportivo Atalaya

lunes, 12 de diciembre de 2011

Factor dirigencial con Hugo Lafit

Aún cuando las dirigentes de los clubes suelen poner énfasis en sus propios esfuerzos, la mayoría reconoce que la recuperación de las instituciones barriales es un fenómeno generalizado en la Ciudad; y que se está dando sobre todo por el acercamiento cada vez mayor de chicos al básquet, el fútbol y el patín, entre otras actividades tradicionales.

Pero más allá de ese diagnóstico, cada club encuentra su propia explicación sobre el fenómeno. Mientras algunos lo asocian "al momento de recuperación económica del país", otros hablan de una "nueva camada de dirigentes"

Sin duda que se advierte una recuperación, basta ver la cantidad de clubes que se han anotado de nuevo en el basquet", dice  Hugo Lafit, el presidente del Club atalaya, quien cree que este hecho tiene que ver casi exclusivamente con la dirigencia. "Hay una camada de dirigentes más comprometidos con los clubes de barrio; chicos que alguna vez pasaron por la escuelita de básquet y hoy son profesionales con hijos que quieren devolverle al club lo que el club les dio"

El hecho es que en 1989, Atalaya como otros tantos clubes de Rosario, no sólo atravesaba una crisis económica que lo puso al borde la quiebra. El basquet, su actividad madre, se había convertido en la única que realizaba. Y aún así no llegaba a formar un equipo para primera ya que tenía sólo tres jugadores. Hoy, con cerca de 800 socios, el club no sólo completa casi todas las categorías del basquet, sino que tiene además un nivel competitivo en patín y volley.    
 
También el presidente destaca el factor dirigencia. "Hubo un tiempo en que mucha gente veía a los clubes sólo como una fuente de trabajo y no le importaba nada. Al menos eso fue lo que nos pasó a nosotros: entraron varias personas que no sólo alejaron a los chicos por su desinterés sino que terminaron tirándose contra el propio club con juicios laborales como una forma de salvación personal"

Por lo tanto, en situaciones economicas , mas o menos dificiles, los clubes de barrio parecen lanzarce a aprovechar el viento a favor para fortalecer su capital social y en esa busqueda, muchos de ellos apuntan tanto a reincorporar a los vecinos como a un buen mandato dirigencial

domingo, 11 de diciembre de 2011

Todo listo para el verano.

El incendio que se produjo en la sede del club, el 17 de noviembre de 2010, ocurrido en el quincho ubicado en 1° de mayo al 2.500. Quedó escrita en las páginas de la rica historia de la institución.

Después de más de un año, los socios, vecinos y allegados, cuentan que ha sido el peor hecho de vandalismo que sufrió el tradicional club de la zona sur de Rosario. Aunque este suceso hizo levantar una vez más a todas las personas que sienten los colores azul y banco, ya que, cada granito de arena era volver a construir el pasado, presente y futuro de innumerables reuniones con amigos, familiares y los juegos de cartas que hasta hoy se ven en las mesas del buffet del club.

Roberto, socio de más de quince años refleja su sufrimiento al recordar a quel episodio, “fue un sacrificio de muchos años, cada una de las cosas que estaban ahí era el esfuerzo de muchas generaciones, y de la nada, ni saber el porque de la maldad, te lo arrebatan de esa forma tan cruel”.

Marta, la vecina y socia con trece años de antigüedad refleja el trabajo arduo que se tubo que realizar para recuperar el quincho, “se compraron heladeras nuevas, se consiguieron nuevos postes y soportes para armar a nuevo toda la estructura, pintar de punta a punta cada rincón. Fue una lucha constante que nos llevó más de cinco meses volver a reinaugurar el espacio para que muchos chicos tuvieran un espacio más de diversión”.

El Club Atalaya, es un lugar que se respira trabajo en equipo solidario llegando desde las personas mayores hasta los chicos adolescentes, y es el caso de Santiago, con trece años de edad se involucró en la causa, “mi mamá siempre vino a este club de chiquita, y yo seguí sus pasos y cuando apenas me enteré del incendio no lo podía creer, porque faltaba muy poco para el comienzo de la temporada. Me acuerdo que llevaba baldes de trozos de madera quemada y me daba mucha bronca, pero ahora esta muy lindo otra vez”.

Cuando hace más de un año eran llantos y lagrimas, ahora son solo recuerdos para contar a sus hijos, nietos, amigos para ponerlos como ejemplos del amor al club del barrio, al que los vio crecer, al lugar en donde hicieron sus primeros amigos o el solo hecho de pasar un buen momento en familia.
Ya comienza la temporada de verano 2011/2012, con el quincho en su mejor esplendor y con el sol radiante en cada rincón del club, que  hace brillar cada esfuerzo y sudor de todas las personas que ayudaron a recuperar un institución de gran magnitud.